sábado, 29 de junio de 2013

PROMETHEUS

No sé cómo definir a Ridley Scott. ¿Un genio? ¿O simplemente alguien que ha tenido suerte en la vida? Alien (1979) fue la llave de su éxito, una especie de reivindicación en la que se juntaron dos géneros aparentemente distintos: la ciencia-ficción y el terror. Esta ascensión que fue hacia arriba, hacia arriba, hacia arriba, culminó con Gladiator, de nuevo otra reivindicación que demostraba que el cine de romanos podía seguir teniendo éxito. A partir de ahí, se desdibujo ese hombre. “Un buen año”, aunque acertada, no es una película de Ridley Scott. Así pues, intentó redirigirse y creó “Robin Hood” en un intento por demostrar lo mismo que ocurrió con Gladiator: que era capaz de resucitar un género muerto. Pero eso no ocurrió. Y Ridley decidió remontarse más atrás. Hasta su éxito. Hasta “Alien, el octavo pasajero”. Pero no quería otro desastre. Nada de reinventar el género. Había que ir sobre seguro.

Así fue el nacimiento de Prometheus. Hasta la saciedad Ridley Scott prometió que no era una precuela de Alien para que al final (oh, sorpresa) sí lo fuera. Resulta que la historia giraba en torno a un personaje que aparece en la primera película de Alien y que no había recibido la suficiente atención en las secuelas de la película. ¿De quién era la nave que encontraron los protagonistas de la primera película? ¿Qué ocurrió con ellos? Y lo más importante, ¿quién es el ser que sujeta el  cañón? Un ser que incluso ha recibido un mote por parte de los cinéfilos: el “Space Jockey”.

En resumidas cuentas, meras excusas para poder crear una nueva película. Y resulta que esa historia gira en torno al origen de la vida en nuestro planeta, como reza el cartel de la película: “Buscábamos nuestro origen y podríamos haber encontrado nuestro fin”. Así pues, la cinta plantea una serie de preguntas que finalmente terminan sin respuesta, aunque otro de los carteles de promoción se empeñe en rezar que “Las preguntas tendrán respuesta”.

Es cierto que Prometheus es una película de Alien, pero ya desde el principio se aprecia que la deja atrás, muy atrás para convertirse en algo completamente nuevo. ¿Es un spin-off? Por supuesto que sí. Un spin-off que paso a paso va convirtiéndose en una precuela. Como más elementos comunes, cabe destacar la decisión de Ridley Scott de mantener los títulos de crédito de Saul Bass que creó para Alien.

Otro caso curioso de comparación es el nombre de las naves. Nostromo era el personaje de la novela homónima de Joseph Conrad, un personaje cuya definición era la de avaricia. Prometheus, sin embargo, se trata del dios que entregó el fuego (la inteligencia) a los humanos, robándoselo a los dioses.

Al terminar el visionado de la película te das cuenta de que la película no trata de responder todas las preguntas, sino de plantearlas de un modo excepcional. Es decir, te entrega un caramelo para que lo saborees y te lo arrebata cuando empiezas a sentir el sabor.

Como no podía ser de otro modo, el final abierto (tan abierto que cuesta imaginarse como continuará) deja a los espectadores con ganas de más. Pero ese es el objetivo de la película. Y perdón si hay gente que no opina como yo, pero es mil veces más interesante que 2001 y plantea las mismas preguntas aunque, eso sí, a través de diferentes esquemas.


Solo pido una cosa a Ridley Scott. Que nos entregue el fuego del conocimiento en futuras partes. Y que así se convierta en nuestro Prometheus.

Pablo Lloret
@pablinski1208

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